Войско Терразаса на марше.




Маурисио Корредор.

 

Sobre la marcha se formó la fuerza en columnas cerradas, con el frente de 20 hombres, único medio de ocultar el número de que se componía la campaña, a fin de que la indiada no huyera al acercarse a los Castillos por el llano. Ya metiéndose el sol, se acercó la campaña en el orden ya dicho a los Cerros de los Castillos, en donde estaban ya dos de los grupos de los indios que habían levantado las polvaredas.

Estando como a mil metros de los cerros la campaña, se desprendieron de los dos grupos que estaban en los cerros, como treinta indios a todo correr, al encuentro de la fuerza que seguía a paso veloz. Cuando venían los indios como a 400 metros de distancia, a toda carrera, dos de los de Arisiachic, (tarahumares) se adelantaron de la cabeza de la columna disparando sobre ellos. Cayó el que venía adelante y luego retrocedieron los otros para los cerros donde estaba el grueso de la indiada.”

Al momento y a todo correr, se dividió la campaña en dos alas: Mata Ortiz tomó la de la derecha y Terrazas se puso al frente de la de la izquierda hasta trabarse el combate con los indios que trataron de parapetarse entre los peñasco de los cerros. Tiroteándose las dos alas con los indios, se reunieron sus cabezas, quedando la indiada entre el cerro del sur, de tres que son. Casi todos los caballos de los indios quedaron en poder de la campaña ensillados y cargados, con excepción de unos cuantos que estos dejaron al pie de los peñascos donde se parapetaron cuando empezaba a oscurecer. Se perfeccionó como se pudo el sitio, al derredor del cerro en que la indiada se parapetó. El tercer grupo de indios vistos esa tarde, aunque de reducido número, huyó al comenzar el combate con los otros dos que ya se hallaban en los Castillos al llegar a ellos la campaña. Lo más de la noche intentaron salir de los parapetos los indios haciendo fuego, pero fueron rechazados. Como a las diez de la noche se vio hacia el sur. Como a dos leguas, una lumbre que fue contestada con otra en el cerro en que estaban parapetados los apaches. Luego se movieron los 30 de caballería de Seguridad Pública, al rumbo en que se vio aquella y como una hora después se veían los disparos que se hacían con los indios que la habían puesto. La indiada del cerro, al notar el combate en el llano, se echó sobre los sitiadores haciendo fuego nutrido y gran algazara con gritos y llamadas, pero viendo después que el fuego del llano se retiraba y aflojaba, se retiraron a sus puestos. Los treinta que batieron a los indios del llano, volvieron con despojos que les abandonaron estos al dispersarse entre el chaparral.

Como a media noche comenzó a oírse el llanto lastimero de los indios sitiados y luego siguió uno de ellos pregonando por más de dos horas. Ya de día, el 15, se ocupó la cumbre del cerro en que estaban parapetados los apaches y en seguida se atacaron a fuego cerrado hasta llegar a las manos, dando por resultado que por entre los combatientes se echaron las indias y muchachos indicando a señas y con llanto que pedían el perdón de la vida, salvándose las más por esta circunstancia. Los guerreros quedaron muertos, amontonados entre los peñascos, quedando sólo dos de ellos en una cueva, bien armados y con sobrado parque metálico, los que entretuvieron más de dos horas para lograr matarlos, porque no quisieron rendirse, a pesar de haberles ofrecido el perdón de la vida por medio de las indias ya prisioneras.

Pasado el medio día se avistaron como 18 apaches más que venían a caballo a larga distancia, entonces se desprendió una partida de a caballo sobre ellos y huyeron hasta perderse en la sierra inmediata. En la tarde del mismo día 15, fueron sepultados en la misma falda del cerro donde fue el combate tres soldados que murieron en él; y se procuró buscar madera para hacer camillas en que conducir 10 heridos que había, sin lograr encontrarla por lo escasa que es en todo el terreno contiguo.

El 16 a mediodía, siguió caminando la campaña y acampó en la falda de la sierra de La charamusca, al día siguiente en los bajíos de La Escaramuza pasando por El Tule; y el tercero temprano en la Hacienda de Aguanueva. De Aguanueva mandó parte oficial al Gobernador, de la campaña con sus detalles sobre muertos y heridos de la fuerza, muertos, prisioneros y represa de caballada y mulada, armas y demás botín quitado a los indios. Uno de los muertos fue Victorio, según el testimonio de dos cautivos que se salvaron en el combate y de varios que lo conocieron en las reservaciones americanas, estando de paz en ellas.” En las memorias Terrazas no cita los nombres de los muertos ni de los heridos de su gente que después se supo eran los siguientes. De los muertos: Nicanor Hernández, del pueblo de San Andrés, que ahí mismo fue sepultado en Tres Castillos. Otros de los muertos fueron Serapio Muñoz y Luis Rubio de Guerrero. De entre los heridos iban Román Álvarez, Francisco Valencia, Eleuterio Arellano y Lázaro Parra de Galeana; Jesús Gutiérrez y Reyes Vaquera de San Andrés; José Ma. Molina de Bachíniva; Rafael Morales e Hilario Ramos de Arisiachic y Saturnino Ramos de Guerrero.

 

 

Mujeres y niños que quedaron vivos después de la Batalla de Tres Castillos. Fueron trasladados a Chihuahua en calidad de prisioneros.



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