PERSECUSION Y MUERTE DEL JEFE APACHE VICTORIO




Книга написана до 2010 года, эти главы интересны именно тем, что детально расписаны все передвижения противников, как до Трес-Кастильос, так и по факту столкновения, вечером 14 октября 1880г., также четко выведены все главные действующие в охоте на Викторио лица. Подтверждается известная версия, что труп Викторио опознали два мексиканских пленника апачей, по шрамам на его лице – один от стрелы, второй от пули.

 

PERSECUSION Y MUERTE DEL JEFE APACHE VICTORIO

Para cercar a Victorio estos avezados hombres se aglutinaron militarmente. La partida de San Andrés, Carretas y Santa Isabel quedaron bajo las órdenes de Filemón Luján y Ramón Robles. El Capitán Rodríguez García se hizo cargo de la gente que había salido de Chihuahua con rumbo a El Carrizal. Los de Guerrero fueron bastantes voluntarios e integraron tres compañías Carlos Casavantes y el Alférez Herculano Calzadillas se hicieron cargo de la Compañía de Guerrero; El Capitán Catarino Colmenero y el Teniente Juan Chávez comandaban la compañía de Bachíniva y la compañía de Arisiachic quedó bajo las órdenes del Capitán Mauricio Corredor que era de origen tarahumara y el Teniente Francisco Márquez. Joaquín se trasladó a Temósachic y de ahí se pasó a Namiquipa, cruzando por la sierra de Santa Clara, San Lorenzo, el Carmen y otros sitios levantando gente. En Corralitos se le presentó el Capitán Juan Mata Ortiz con 119 hombres bien armados. Para el 29 de septiembre ya estaban reunidos en El Carrizal que era el punto que habían escogido para iniciar las operaciones y ya para entonces contaban con trescientos cincuenta hombres armados. Una vez que estuvieron reunidos todos los que iban a participar en esta expedición, Joaquín nombró como su segundo de a bordo al temible Juan Mata Ortiz.

 

Al mismo tiempo y cumpliendo con acuerdos tomados entre ambos gobiernos, de Estados Unidos se había desplazado el General Baylor con algunos contingentes por el rumbo de Tres Castillos, (lugar muy cerca de Coyame) contando con espías y soldados apaches y algunos hombres de color. Sin embargo Victorio y su gente siempre supieron eludirlos y nunca pudieron dar con ellos. Joaquín por su parte decidió utilizar una táctica diferente. Con poca gente se presentaba en los lugares donde Victorio lo podía localizar fácilmente. Informaba de todo al Gobernador y tenía muy en cuenta los lugares en donde iba a estar, de tal manera que en cualquier momento pudiera recibir el apoyo de las fuerzas reclutadas. En esta parte de la historia Joaquín Terrazas describe en sus memorias lo siguiente:” marchó el mismo día 1º., el segundo en jefe hasta Cantarrecio para que pudieran llevar los víveres que llegarían de Paso del Norte, hasta El Borracho, registrando todas las sierras hasta llegar a dicho punto, al amanecer del día 5 y por el norte del aguaje. Terrazas con la primera columna salió por las sierras de la Alcaparra y la del Fierro y siguiendo por los chaparrales y llanos entre el Fierro y el Borracho, ya oscuro el día 4, encontró la huella de toda la indiada que había estado acampada en una Lagunita en medio del llano. Por la oscuridad de la noche, no se pudo conocer con seguridad el rumbo a que la indiada se había dirigido, porque la huella iba esparcida en todas direcciones. Al derredor de la Lagunita se encontraron como ocho bestias muy matadas. Siguió por El Borracho llegando al amanecer del día 5, sobre los cordones del sur de la sierra de este nombre, a tiempo que Mata Ortiz con su columna bajaba por los del norte. No se encontró en el Borracho a la indiada como se suponía que podía encontrarse. Del Borracho salieron exploradores para El Pino y demás sierras. Hasta el Día 7 estuvo la Campaña en El Borracho, donde se recibieron los víveres de Paso del Norte y aviso de los exploradores de que no habían pasado los indios por el Pino ni las otras sierras de la cordillera y entonces siguió la campaña hasta el punto del sur del Pino, donde estuvo Victorio acampado hasta el 25 de julio. Mandó exploradores rumbo a la laguna que está situada entre El Fierro y El Hueso, al sur de donde estaba acampada la campaña y en la noche del día 8 volvieron dando parte de que la indiada había pasado por la orilla de la laguna, rumbo a los Castillos o a la Lágrima. Luego mandó correos para El Carrizal, para que desde ese punto se avisara a Chihuahua que la indiada podía sorprender las Haciendas de Aguanueva, Gallego y otras, según el rumbo a que se dirigía la huella. Siguió al Pino, de donde retiró como a 90 vecinos que le parecieron embarazosos para hacer las rápidas marchas que tenían que hacerse. Del Pino siguió al Carrizalillo en dirección del Ojo del Cuervo. A la media noche del 9 encontró huellas de algunos caballos en unos charcos. En buscar la dirección a que seguían y averiguar cuántos pudieran ser los que las dejaban, amaneció el 10 y se vio que eran pocos indios y que se dirigían a La Lágrima. Siguió al Cuervo y del Cuervo al Carrizo, hasta dos leguas arriba de este aguaje, en donde acampó el 12 temprano. En este punto se distribuyó lo poco que había de víveres. En la tarde se volvió a dividir la campaña en dos columnas. Mata Ortiz con una siguió a la Sierra de Tosesigua, llevando conocedores del terreno y, Terrazas con la otra atravesó el poniente en dirección a los llanos de Los Castillos. Al separarse las dos columnas se acordaron señas para avisarse a cualquier distancia si alguna de las columnas se encontraba con los indios y punto de reunión si esto no sucedía. Terrazas con algunos de a pie, anduvo toda la noche procurando ir reconociendo el terreno para ver si encontraba rastros de indios a través de los chaparrales, a la orilla del llano de los Castillos, como tres leguas al norte cortó huella de tres reses que seguían de norte a sur y al parecer muy frescas.

Acampó en la orilla del Chaparral para cubrirse y, personalmente con otros, a pie, siguió cortando el terreno al poniente, hasta poco más de una legua, donde encontró la huella de toda la indiada que había pasado de norte a sur, directamente a los cerros de los Castillos, huella que indicaba que hacía pocos días que habían pasado. Luego volvió al campo y mandó un correo a Mata Ortiz, ordenándole que en la noche atravesara Tosesigua hasta el campo. Enseguida mandó 15 hombres en busca de víveres hasta El Carrizal, advertidos de los lugares a donde debían dirigirse con ellos a la mayor brevedad posible. En la noche del mismo 13 mandó 50 hombres a explorar los cerros de los Castillos para saber si en ellos o sus cercanías estaban los indios o a que rumbo se habían dirigido. En la mañana del 14 volvieron diciendo que la indiada había estado en los Castillos; pero que no se podía saber el rumbo que habían seguido porque en todas direcciones seguía la huella. Mata Ortiz se incorporó en la madrugada del 14 diciendo que ningún rastro de indios había podido encontrar desde Tosesigua hasta el campo, habiendo venido con sumo cuidado.

Uno de los que vinieron con Mata Ortiz de Tosesigua, aseguró que él había visto que la huella de la indiada pasaba de sur a norte con dirección al Carrizo. Este individuo con otros compañeros se incorporó al campo como a las 8 de la mañana del 14, porque se le había quedado rezagado a Mata Ortiz entre el chaparral, sin que este se apercibiera de ello.

Terrazas nombró para que lo acompañaran, al que dio aviso de haber visto que la huella de la indiada pasaba al rumbo de el Carrizo y a diez más, y ordenó a Mata Ortiz, que si para las tres de la tarde no volvía al campo, siguiera para los Castillos

llevando la fuerza en buen orden, con las mulas a retaguardia y con su respective escolta. En seguida se dirigió Terrazas al lugar donde se dijo que pasaba la huella de la indiada para El Carrizo, lo que resultó ser falso y siguió hasta la altura de los

Castillos revisando a la redonda de los cerros hasta persuadirse de que la huella de los indios seguía de los Castillos al sur, con dirección a Hormigas, Las Damas o El Púlpito. Llegó a los cerros de Tres Castillos como a las dos de la tarde, con los caballos ya fatigados. Sobre los cerros dirigió el anteojo en todas direcciones y como una hora después notó un polvo al sur de los cerros, por entre el chaparral y como a cuatro leguas, momentos después otro polvo y después otro menos alzado. Permaneció como media hora en observación del rumbo a que las polvaredas se dirigían y convencido de que era hacia los cerros de los Castillos, donde se encontraba, ordenó a uno de los 11 hombres que lo acompañaron a cortar el terreno, que se quedara con los 10 hombres más en observación de los indios; que si estos se dirigían a los cerros, se cubrieran con los mismos y se fueran a situar a otro cerrito del norte como a media legua, donde debían permanecer hasta la aproximación de la campaña que ya debía venir en camino.

Terrazas a todo correr, siguió hasta encontrarse con Mata Ortiz que ya venía como a mitad de la distancia de donde levantó el campo y los Castillos.

 

 



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